jueves, 24 de enero de 2013

DE ÁRBITROS Y ARBITRARIEDADES

Cada semana los principales espacios salonisticos los acaparan los mejores jugadores... y los peores árbitros.


Si a los salonistas se les mide por sus aciertos, a los árbitros se les revisa por sus errores.

Para entender ese contraste y definir lo que en este juego representa la figura del árbitro, nada mejor que recurrir a un mal critico arbitral:

- "El árbitro es arbitrario por definición. Éste es el abominable tirano que ejerce su dictadura sin oposición posible, y el ampuloso verdugo que ejecuta su poder absoluto con gestos de ópera.

- "Entra al escenario deportivo y con toda razón se persigna al entrar, no bien se asoma ante la multitud que ruge.

- "Su trabajo consiste en hacerse odiar; única unanimidad del futbol de salon: todos lo odian. Le silban siempre, jamás le aplauden.

- "Está obligado a perseguir el balón que va y viene entre los pies ajenos. Es evidente que le encantaría jugar con él, pero jamás esa gracia le ha sido otorgada.

- "Los derrotados pierden por él y los victoriosos ganan a pesar de él.

- "Durante más de un siglo el árbitro vistió de luto. ¿Por quién? Por él. Ahora disimula su camisa con colores".

En lugar de satanizar a los árbitros semanalmente, bien haríamos en tratar de entender el grado de dificultad inherente a la labor que realizan. Intentar comprender lo que significa tomar decisiones al instante, en el vértigo del juego, sin repeticiones de por medio ni varias tomas al alcance.

Porque si por definición el árbitro es arbitrario, también muchas arbitrariedades se cometen en su contra, empezando por la de siempre resaltar sus errores y muy de vez en cuando reconocerles sus aciertos.

Antes de exigir mejores arbitrajes, empecemos por ser, nosotros mismos, menos arbitrarios.

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